Fuente: http://www.otramirada.pe
Por:
Róger Rumrrill
El proceso agresivo y
desenfrenado de destrucción de la Amazonía sudamericana y en particular de la
Amazonía Peruana continúa indetenible con graves consecuencias ambientales,
sociales, culturales y políticas sobre todo para los pueblos indígenas.
Esta es la advertencia y el estado de alerta que acaba de declarar el VIII Foro Social Panamazónico (FOSPA) realizado en la ciudad de Tarapoto, en la Alta Amazonía del Perú, del 26 de abril al 1 de mayo en curso, con 1500 asistentes de los países que integran la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA).
En la Carta de Tarapoto, suscrita
por organizaciones indígenas andino-amazónicas y grupos de la sociedad civil,
el FOSPA señala: “El modelo civilizatorio capitalista se expresa actualmente
en el desarrollo extractivista. Este es implementado a través de las
empresas multinacionales y nacionales amparados por los Estados de la Amazonía
que dejan de lado su papel de garantes de los derechos de los pueblos y la
naturaleza, poniendo en serio peligro la sostenibilidad de los territorios, la
soberanía alimentaria, aumentando nuestra vulnerabilidad frente a los impactos
del cambio climático y provocando graves cambios socioculturales en la
naturaleza y la vida de los ciclos”.
El
Perú, el más amenazado por el extractivismo
De los países que conforman la
OTCA, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, el
Perú es uno de los más amenazados por el extractivismo voraz e insaciable que
caracteriza al capitalismo tardío del siglo XXI.
El proceso extractivo, que se ha
profundizado a límites insostenibles en el siglo XXI, empezó con la
implantación de la economía extractiva-mercantil desde los inicios de la
penetración occidental en la Amazonía en el siglo XVI. Pero alcanzó los niveles
más altos a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, durante el ciclo del
caucho, en la segunda revolución industrial, con severos impactos humanos y
ambientales.
Otros ciclos de la economía
extractiva en la Amazonía fueron, además del caucho, el palo de rosa, las pieles
de animales silvestres, el barbasco, el ciclo petrolero y el minero aurífero. A
estos ciclos hay que sumar el del narcotráfico, todavía vigente y en expansión.
El
extractivismo en la Amazonía de hoy
La explotación petrolera y
gasífera, la masiva tala del bosque, la extracción aurífera, el narcotráfico y
otras actividades económicas han puesto en estado de emergencia ambiental y
social a la Amazonía Peruana.
Una de las causas de fondo
es que el Estado peruano es concesivo y corrupto y no hace cumplir las
normas ambientales y regulatorias que deberían acatar las empresas extractivas.
Un ejemplo de ello es la obligación que las empresas petroleras tienen de
reinyectar al subsuelo las aguas de formación que se extraen junto al petróleo,
aguas de origen marino, a 100 grados de temperatura y con elementos como
mercurio, hierro, benceno y otras sustancias químicas.
Hasta el año 2007 las empresas
petroleras arrojaron a los ríos Tigre, Pastaza, Morona y Corrientes un promedio
de 1 millón 500 mil barriles diarios de estas aguas a las referidas
cuencas, provocando impactos mortales en la salud humana, en la fauna y la
flora. El grave problema se ha resuelto a medias.
En cuanto a la tala masiva del
bosque amazónico, las cifras de los organismos internacionales son alucinantes:
250 mil hectáreas de bosques, la mayor parte bosques primarios y no
intervenidos, se talan cada año para la instalación de monocultivos como palma
aceitera, arroz, café y la construcción vial.
En Madre de Dios, la extracción
minera, informal, ilegal y legal, han provocado la deforestación de 50 mil
hectáreas de bosques en sólo un quinquenio, han contaminado los ríos, destruido
los suelos aluviales y envenado la biomasa pesquera con el mercurio.
Por su parte, el Estado y los gobiernos no hacen sino masificar esta destrucción, otorgando facilidades para la inversión y el desarrollo, confundiendo saqueo con desarrollo, destrucción de la naturaleza con desarrollo. Los “paquetazos” legislativos de Ollanta Humala Tasso y la Ley 30230 y el de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) con el decreto legislativo 1333, que la obscena alianza política entre PPK y el fujimorismo se aprestan a aprobar, son pruebas irrefutables de que el desastre ambiental de la Amazonía tiene nombres propios. La historia los juzgará.
Cómo
detener la destrucción de la Amazonía
Así como el cambio climático, que
se pretende resolver con medidas parciales y de maquillaje como la mitigación y
adaptación y que tiene como causa de fondo el modelo de producción y
consumo que ha puesto en riesgo de extinción los bienes de la
naturaleza, el extractivismo depredador tiene la misma causa y origen.
Pero sabiendo las causas de fondo
de esta crisis sistémica, nadie puede quedarse con los brazos cruzados. De ahí
el enorme reto de los concurrentes y firmantes de la Carta de Tarapoto: tienen
la obligación y la misión de socializar la carta y los acuerdos entre
miles y millones de ciudadanos de los países de la OTCA, de América
Latina y del mundo.
Y las organizaciones indígenas
andino-amazónicas, los grupos de la sociedad civil, las ONGS, los estudiantes y
profesores y todos los que acudieron a Tarapoto al llamado del Bosque, de la
Vida, de la Madre Naturaleza, tienen como misión crear conciencia ambiental en
la sociedad.
El llamado del Bosque, de la Madre
Naturaleza y de la Vida tiene que ser escuchado.
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