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Porque
la verdad conduce a la dignidad, a la justicia, a la información objetiva, transparente.
La deontología periodística implica respeto a la verdad.
Por Mariano Sierra
ALAI, 16 de febrero, 2018.-
Hablar de las comunicaciones y en especial del periodismo, evoca, misión,
verdad, muchas veces mentiras, poder, pasión, sacrificio, ser testigo de las
dinámicas sociales y políticas. Por lo tanto, no es tarea fácil, es tarea de
intrigas, pero en esencia es tarea de ética, de convicción que debe conducir al
derecho de los pueblos, ser informados con La verdad. De allí que no nos
cansaremos de pregonarlo. Porque la verdad conduce a la dignidad, a la
justicia, a la información objetiva, transparente. Sin mancha ni pecado
original.
Pero hay algo en ese acontecer
social. La denuncia pública de las inequidades sociales en medio de las
tentaciones, de las persecuciones, y eso es periodismo nato. El periodismo no
puede ser ubicado como una ideología, aun transite por esos laberintos, porque
siempre pondera el pensamiento libre y crítico. La deontología periodística
implica respeto a la verdad, al hombre por encima de los hechos que se aborden,
haciendo del periodista el revolucionario de la palabra oral o escrita, fiel a
su pluma y a su voz. Ningún medio periodístico debe ser instrumento o un medio
de uso para ejercer poderes o que otros quieren hacer de él, la vía para sus
beneficios. El periodismo ejerce un diagnóstico social que se formaliza con el
discurrir de los hechos cotidianos. El periodismo se encuentra en la palestra
donde fluye la evolución de los pueblos para ser testigo de historia, para evitar
toda afrenta contra el orden, pues en su giro diario se enaltece la
transparencia por encima de sobornos, de calumnias, de deformaciones, haciendo
honor a la moralidad pública, siendo adalid contra los injustos sociales,
contra el atropello a los más débiles. Y para ello cunde el anuncio de los
desórdenes sociales con la denuncia al unísono para solicitar la limpieza
moral, para que se conozca la corrupción, con el talento y el agudo sentido
común sin generar asomo demagógico.
No son ingentes los esfuerzos de
los medios de información para conquistar la verdad. De allí que hoy se viva
una crisis comunicacional, se viva un egoísmo y unos apetitos voraces. Aun así,
jamás se podrá perder la convicción, pues el periodismo vivirá para silenciar a
quienes quieren quitarles a los demás su libertad, su oportunidad, dentro del
batallar ético y fluido. Nosotros la sociedad, ante ese periodismo lejano de
los valores, debemos tener la fuerza y la entereza y decir no al arrollador
poder de ciertos medios que especulan para confundir y defender determinados
intereses patéticos.
Abramos las páginas de los medios
y leamos y escuchemos sus contenidos para ver si se cumplen los postulados
profesionales de la información. Da grima como se ventila indeterminada
publicidad, donde circulan las redes de la chismografía, el sexo desordenado,
la violencia escandalosa. Y eso mismo ocurre en la radio y la tv. Y a eso
llamamos periodismo. Cuan lejano están estos medios de su función primordial.
Sus objetivos son secundarios, trastornadores de la realidad que desdibujan su
esencia, que destiñen la realidad y el imperio de un criterio que otrora tenía
sentido... Informar, brindar opinión. A cambio se nos presenta un periodismo
que induce, que conduce, que manipula, incitador malévolo, creador de ídolos e
ideologías propias para agrandar la sociedad consumista de aberraciones.
Que propicio es traer a colación o mejor evocar a George Well quien
señaló... Decir la verdad es un acto revolucionario... La pasión por la verdad
es el poder para descubrir las mentiras, para dar vida a la verdad objetiva que
hoy quiere catapultar el autoritarismo, la globalización perversa. El
periodismo crítico siempre estará para defender las causas justas con humanismo
fiel.
El periodista como todos los
medios dejarán de ser la plataforma de participación social, para ir por
los caminos de las libertades fundamentales, creando conciencia, buscando
alternativas en un mundo en decadencia. El periodista es el revolucionario, es
el rebelde de la palabra oral o escrita que, con su labor acuciosa,
investigativa, audaz, proporciona revelaciones que hacen la historia, sin
silenciar la realidad. Con su observación, el periodista aborda lo más
recóndito del mundo humano y la naturaleza, haciendo acopio del más noble altruismo
acorde con la filosofía de la vida.
Para el periodista no hay
fronteras visibles ni invisibles, ni barreras que le cierren los caminos para
la búsqueda de la verdad noticiosa, que luego se plasmará en los impresos
de la memoria histórica. Porque si un pueblo no conociese su pasado, no hay
posibilidad de construir estado justo, no se podrá conocer la verdad del
devenir social, del credo que nos han legado nuestros antepasados. Un
periodismo sincero, no juzgará, no condenará…solo informara dentro de la libre
expresión y los principios éticos.
El periodismo vigente, con
algunas excepciones, llamado periodismo burgués, tiene la característica de ser
profano de la verdad. Su visión, sus objetivos y su práctica están sujetos a
los condicionamientos de la clase elitista. Su particularidad es atender a las
clases ´privilegiadas, impidiendo rebelarse y no obedecer a las fuerzas
arbitrarias que por antonomasia representan la dictadura democrática. Todos
tenemos derecho a rebelarnos contra el orden autoritario y, al decir de Locke,
a ese derecho no se puede renunciar pues esta fuera del poder de una tiranía.
El periodismo y su verdad se
levantan y se anticipan a toda crítica y a la ideología dominante permitiendo
vislumbrar un discurso nuevo, una nueva forma de pensar e informar. El
periodismo es el objeto ético contra toda dominación, trascendiendo la historia
y la realidad de los hechos sociales con la libertad propia de la palabra. Bien
lo decía el papa a los periodistas... Vuestra voz, libre y responsable, es fundamental
para cualquier sociedad democrática... Toda aversión informativa, daña a la
sociedad, la manipula y desorienta, produce unos galimatías sociales
sin precedentes. Los periodistas deben ser respetados, deben estar bien
remunerados, deben tener protección a su vida, deben gozar de la seguridad
social y los derechos humanitarios, son los héroes olvidados.
El sentido crítico y objetivo
será de la esencia periodística. De allí que la información estará libre
de detractores emocionales, primando la integridad, la ética y la verdad.
Reflexionemos con la máxima del pensador Osho quien alerta sobre la libertad,
diciendo que…si eres esclavo de alguien, no eres libre, por lo tanto, no es uno
mismo y eso lo hace incapaz… El periodismo no puede ser una torre de Babel. El
hombre se entiende por su misma esencia despreciando lo que confunda, aun en
medio de las diferencias sociales. Aun en medio de los distintos pensamientos y
creencias.
En todos los tiempos han existido
héroes, unos visibles, otros invisibles, y el periodista hace parte de esos
héroes que, sin restricción del tiempo y fechas de calendario, exponen su
integridad total ante un mundo que obnubila, mata y engaña. Por eso entendemos
la existencia de un periodismo revolucionario que asoma, para entregarnos su
vivencia, para enseñarnos el reflejo de una sociedad sin limites que evoca
cambios sociales. Y es que ese cambio nos corresponde a todos, cada uno
desde su curul que ocupa en el tejido social, sin perder la capacidad de
comprender la realidad, sin dejar por fuera la fuente de la vida…. Nuestra
madre naturaleza, con sus sintientes prototipos de amor, nuestros hermanos de
la creación como lo enseñó el Hermano de Asís, los animales, las plantas, el
agua, el aire, la tierra, el sol, la luna, el gran cosmos....
El periodismo hace vibrar el
espíritu cuando en su tarea se involucra con el hombre en una época donde la
información reinante está intoxicando el ambiente social, agravando el sentido
de la vida, agravando la condición humana y el sentido común ante un mundo
condicionado por intereses superfluos con el aval de la sabiduría. Por eso
Thoreau enseña que: La ignorancia no es solo útil, sino bella, mientras que la
pretendida sabiduría resulta desagradable e inútil...
Ningún medio de información se
debe dejar doblegar, pues su equilibrada labor estará acorde a sus principios
diáfanos. Su trajinar crítico se mezcla con la crítica mediocre que nos
anunciara José Ingenieros en El hombre mediocre. Ese periodismo social,
profundo, que solo se atiene a la verdad, otea en todos los escenarios,
sin dejarse atrapar por las cadenas de los poderosos, pues no debe estar en su
espíritu honesto dejarse llevar por aquella servidumbre humana y perversa.
De allí que, para el periodista,
el mundo se constituye en su radio de acción histórico llevando a la sociedad
lo que ocurre, acontece y sucede, a fin de que esta sociedad reflexione y
conozca el devenir social y como le afecta en su cotidianidad, en su vida
personal y doméstica. Hay muchos medios de información que destruyen verdades y
crean incredulidades, coadyuvando con quienes no están en la línea de sus
funciones de gobierno o sociales, sean públicas o privadas.
En la vida todo es comunicación,
y quien vive la libertad y la verdad adquiere sensibilidad de expresar, de
escuchar, poniendo en acción la dinámica de sus sentidos. El periodista se debe
a la gente, a su interrelación creando una imagen del mundo, y así, crea
unidad, crea paz, crea amor así mismo, a la naturaleza, al prójimo, a su Dios
personal, con el aval de los derechos humanos y sus principios humanistas, su
permanente preparación, su independencia firme e indeclinable.
El periodismo pertenece a la Genesis
de la razón humana y desde otrora ha venido creciendo bajo los principios
de la libertad, la verdad y la ética, no obstante, su vulneración- El
periodista se forma desde las profundidades académicas, pasando por las duras
faenas diarias donde se navega entre desconciertos y vicisitudes, que se van
constituyendo en un mundo de ideas, noticias, información, en un mundo
erosionado por la codicia humana y por las irracionales posturas sociales y
políticas, que oscurecen el entendimiento de los problemas que enfrenta el
hombre contemporáneo. La sociedad espera un periodista que denuncie las
injusticias de un estado, de una sociedad sin temor a la represión, o a la
violación de la libertad de expresión, tomando partido sin que para ello se
tenga que esconder bajo las alfombras de la realidad, o clavar la cabeza como
el avestruz.
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Fuente: ALAI: https://www.alainet.org/es/articulo/191028
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v.,mn
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