Los restos hallados en Alaska
datados hace 11.500 años pertenecen a un pueblo desconocido hasta ahora
Hallazgo
de los restos de las dos niñas en el yacimiento de Upward Sun River, en Alaska. UNIVERSITY
OF ALASKA FAIRBANKS
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Una niña está reescribiendo buena
parte de la historia de los primeros americanos. Sus restos,
hallados en Alaska, tienen una antigüedad de unos 11.600 años. Un grupo de
investigadores ha logrado obtener su genoma completo. Al compararlo con el de
nativos americanos tanto ancestrales como actuales, han comprobado que
pertenecía a un pueblo desconocido hasta ahora. Más importante aún, los genes
de la pequeña señalan que los primeros americanos son más antiguos de lo que se
creía y cruzaron desde Asia antes de lo que se pensaba.
La teoría más aceptada sobre los
primeros americanos mantiene que cruzaron a América desde Asia por un puente
terrestre que quedó sumergido al final de la última glaciación. Lo que no está
tan claro es si aquellos primeros colonos pertenecían a un mismo grupo o
vinieron en distintas oleadas. Tampoco se sabe con certeza cuándo cruzaron y
qué paso en los milenios siguientes hasta llegar a la amplísima diversidad
genética, lingüística y cultural de los actuales nativos americanos.
"En 2015 mostramos que los
ancestros de los nativos americanos entraron en una única oleada desde Siberia
y que fue en América donde divergieron en dos grandes ramas", dice el
investigador en paleogenómica del Museo
de Historia Natural de Dinamarca, el mexicano Víctor Moreno Mayar. Aquel
trabajo, publicado en Science, señalaba que la
división americana se produjo hace unos 13.000 años, cuando los hielos de
la última glaciación estaban en retirada. Ahora, el nuevo estudio liderado por
Moreno desvela que la niña de Alaska era una nativa americana "pero su ADN
nos dice que formaba parte de una población externa, diferente de las otras dos
ramas".
Los
investigadores pudieron secuenciar el genoma completo de la pequeña
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La niña, nombrada Pequeño
Amanecer, solo vivió entre seis y doce semanas y fue enterrada en las cercanías
del río Upward Sun, en la parte central de Alaska. El yacimiento ya ha
dado algunos frutos, como el registro más antiguo de consumo de salmón en
suelo americano. Su datación por radiocarbono la sitúa como uno de los fósiles
humanos más antiguos localizados más al norte.
Pero son sus genes los que más
alegrías están dando a la ciencia. Al contar con los datos de todo su genoma,
su ADN se convierte en un punto de referencia muy robusto a la hora de
compararlo con otras poblaciones del pasado. Teniendo en cuenta mecanismos de
diferenciación como la deriva genética, el flujo de genes entre grupos o la
tasa de mutaciones, los investigadores lograron un reloj biológico muy preciso
cuyos resultados publica la revista Nature.
Así, los investigadores
confirmaron que los ancestros de los primeros americanos empezaron a
diferenciarse de otros pueblos asiáticos hace más de 36.000 años. Doce milenios
después, el aislamiento era completo, reforzado porque fue entonces cuando la
Edad de Hielo marcó su máximo glacial, quedando muy pocas regiones del
hemisferio norte libres de hielo y con presencia humana. "La niña nos dice
también que hace 20.000 años los nativos americanos ya eran americanos",
comenta Moreno. Estuvieran donde estuvieran (en Asia, América o entremedias),
para entonces eran genéticamente diferentes de los asiáticos.
ampliar
foto Ilustración de cómo debía ser el poblado de Pequeño Amanecer. ERIC
S. CARLSON Y BEN POTTER
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"Lo que no sabemos es dónde
se originó el linaje americano", reconoce Moreno. Pero Pequeño Amanecer
vuelve a dar pistas. Después de su separación inicial, los genes de la niña
muestran que sus antepasados mantuvieron el contacto (hubo flujo genético) con
las otras poblaciones americanas. Y para ello debían estar en la misma región,
probablemente al norte de la gigantesca capa de hielo que cubría casi todo el
actual Canadá y buena parte de los EE UU. Por entonces, la corriente del
Pacífico norte hacía de Alaska un lugar más habitable y libre de hielo perpetuo.
Sobre la relevancia del estudio,
el investigador de las universidades de Cambridge (Reino Unido) y Copenhague
(Dinamarca) y coautor del estudio, Eske Willerslev, afirma: "Hemos podido
mostrar que probablemente entraron en Alaska hace algo más de 20.000 años. Se
trata de la primera vez que tenemos una evidencia genética directa de que todos
los nativos americanos pueden ser rastreados hasta una única población de
origen, por medio de una única migración fundadora", afirma.
Queda
sin responder dónde se formó la población fundacional de los primeros
americanos
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Las palabras de Willerslev, y
toda la investigación, vienen a confirmar parte de la conocida como hipótesis de la parada en Beringia. Postulada en 2007, en
ella se sostiene que los ancestros de los primeros americanos se aislaron
durante milenios de sus orígenes asiáticos y que aquella población fundacional
encontró refugio en alguna región desconocida situada en el encuentro entre
Asia y América hoy sumergida bajo el estrecho de Bering. El estudio de Nature corrobora
el aislamiento durante milenios pero no dónde se produjo.
"¿Dónde estuvo viviendo esta
población aislada de ancestrales nativos americanos hace más de 15.000 años? La
cuestión se complica por el hecho de que este periodo de aislamiento se produjo
durante el Último Máximo Glacial, cuando las condiciones eran tan frías y secas
en el hemisferio norte que las poblaciones humanas de muchos lugares, como
Siberia, tuvieron que abandonarlas por un clima tan extremo", recuerda el
científico del Instituto de Investigación Ártica y Alpina de la Universidad de
Colorado-Boulder (EE UU), John F. Hoffecker.
Para Hoffecker, que no ha
participado en el actual estudio, la investigación aunque relevante, falla al
no reconocer la existencia de pistas sobre la presencia humana en diversas partes de Beringia
muy anteriores (de 30.000 a 25.000 años). "No tenemos ADN antiguo
de estas zonas, por lo que no sabemos si eran en realidad nativos americanos ancestrales,
pero no es ilógico suponer que lo fueran y, por tanto, que se tratara de la
población que quedó aislada en Beringia de su origen asiático durante el último
Máximo Glacial", afirma.
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