29 diciembre 2017
Los guaraníes siguen
luchando por sus derechos territoriales a pesar de los continuos ataques.
© Fiona Watson/Survival
Hace diez años el
Gobierno de Brasil firmó un acuerdo histórico con el pueblo indígena guaraní,
por el que se comprometía a identificar todas sus tierras ancestrales.
El principal objetivo
del acuerdo, elaborado por el Ministerio Público Federal de Brasil (Fiscalía)
era acelerar el reconocimiento
de los derechos territoriales de los guaraníes en el estado de Mato
Grosso do Sul.
Sin embargo, una década
después, la mayoría de las mediciones de tierra ni siquiera se han llevado a
cabo y el fracaso de las autoridades en reconocer los derechos territoriales de
los guaraníes sigue teniendo un impacto terrible sobre su salud y bienestar.
Sin esperanza inmediata
de recuperar sus tierras y reconstruir sus medios de subsistencia, miles de
guaraníes permanecen atrapados en reservas masificadas donde los procuradores
dicen que la tierra es tan escasa que “es imposible la reproducción de la vida
social, económica y cultural”.
Otras comunidades
guaraníes viven a los lados de concurridas carreteras o en pequeñas parcelas de
la que fuera su tierra ancestral, rodeados de inmensas plantaciones de caña de
azúcar y soja. No pueden cultivar, pescar ni cazar, y no tienen siquiera acceso
a agua potable.
Una pareja
guaraní-kaiowá sentada en la parte trasera de su alojamiento rodante, en la
comunidad de Apy Ka’y, cerca de Dourados, mato Grosso do Sul, Brasil.
© Paul Patrick
Borhaug/Survival
El personal sanitario
reporta que estas comunidades sufren graves efectos colaterales por los
pesticidas que utiliza el agronegocio. Algunas comunidades dicen que sus
fuentes de agua y sus hogares están siendo deliberadamente rociados con
pesticidas por los terratenientes agroganderos.
Un estudio reciente
estimó que el 3% de la población indígena en el estado podría estar
siendo envenenada
con pesticidas, algunos de los cuales están prohibidos en la Unión Europea.
La malnutrición es
habitual, especialmente entre bebés y niños pequeños. Según explica Gilmar
Guaraní: “Los niños lloran y no aguantan más. Es el mismísimo sufrimiento. La
mismísima debilidad. Prácticamente están comiendo tierra. La situación es
desesperada, no van a aguantar”.
Mato Grosso do Sul
alberga la segunda mayor población indígena de Brasil, con 70.000 indígenas
pertenecientes a siete tribus.
Terratenientes
ganaderos y el agronegocio les han robado gran parte de sus tierras
ancestrales, y ahora apenas ocupan un 0,2% del estado.
John Nara Gomes,
declaró: “Actualmente la vida de una vaca vale más que la de un niño indígena
(…) Las vacas están bien alimentadas, mientras que los niños pasan hambre.
Antes éramos libres para cazar, pescar y recolectar frutos. Ahora los
pistoleros nos disparan”.
La desesperanza entre
los guaraníes por la pérdida de sus tierras y de su vida autosuficiente se
refleja en las tasas
extremadamente altas de suicidio. En el período comprendido entre los años
2000 y 2015 se produjeron 752 suicidios. Desde 1996, las estadísticas revelan
niveles de suicidios 21 veces superiores a la media nacional entre los
guaraníes. Y posiblemente las estimaciones no reflejen todos los casos reales,
dado que buena parte de los suicidios no se registran.
Damiana
Cavanha, lideresa de la comunidad Apy Ka’y, ha presenciado la muerte de tres de
sus hijos y de su marido. Ella está planificando decididamente la reocupación
de su tierra ancestral donde todos ellos se encuentran enterrados.
©
Paul Patrick Borhaug/Survival
Los guaraníes también
hacen frente a altos niveles de violencia y son constantemente atacados por los pistoleros de
los terratenientes agroganderos cuando intentan recuperar partes de su
tierra ancestral. Datos recientes muestran que el 60% de todos los asesinatos
de pueblos indígenas en Brasil ocurrieron en el estado de Mato Grosso do Sul.
Con un Gobierno y un
parlamento dominados por el poderoso sector del agronegocio, los terratenientes
en Mato Grosso do Sul no cederan ni un centímetro. Muchos han recurrido a los
tribunales como táctica dilatoria para desafiar la identificación de los
territorios guaraníes. Un territorio guaraní clave lleva acumuladas 57
respuestas legales.
Pero a pesar de este
escenario sombrío, muchos guaraníes siguen decididos a luchar: “Brasil siempre
fue nuestra tierra. La esperanza que alimento y voy a alimentar es la
demarcación, porque sin ella no podemos cuidar de la naturaleza ni
alimentarnos, y por ella vamos a luchar y a morir”, dice Geniana Barbosa, una
joven mujer guaraní.
No hay comentarios:
Publicar un comentario