Tim Harford
BBC, 50 Cosas que
hicieron la economía moderna
SAVUSHKIN/I-STOCK¿Qué herramienta necesitarías
si quisieras volver a fundar la civilización? La respuesta te sorprenderá.
Quiero
que te imagines una catástrofe. El fin de la civilización. Nuestro mundo
complejo, intrincado y moderno se ha acabado. No te preocupes por el por qué.
Quizás fue la gripe porcina o una guerra nuclear o robots asesinos o una
apocalipsis zombie.
Ahora imagina que tu
-suertudo o suertuda- eres uno de los pocos sobrevivientes. No tienes celular -¿a quién llamarías de todos
modos?-, no hay internet, ni electricidad, ni combustible.
Hace cuatro décadas el
historiador científico James Burke postuló ese escenario en su serie de
televisión "Connections". E
hizo una pregunta sencilla: rodeado de las ruinas de la modernidad, sin acceso
a la tecnología moderna, ¿dónde vuelves a empezar?
¿Qué necesitas para
mantenerte con vida y
avivar las brasas de la civilización?
Su respuesta fue una
pieza tecnológica sencilla pero transformadora: un arado. Y es apropiado que así sea ya que fue el arado el
que dio el puntapié inicial a la civilización y, eventualmente, hizo posible
nuestra economía moderna.
DUNCAN1890/I-STOCK / El arado permitió
cultivar la tierra.
Hace 12.000 años los
humanos eran casi por completo nómades:
cazaban y recolectaban comida en donde podían. Sin embargo el mundo estaba
saliendo de un ciclo de frío y empezó a ponerse muy caliente y seco.
Quienes habían estado
cazando y buscando comida en zonas altas encontraron que las plantas y los
animales a su alrededor estaban muriendo. Los animales se mudaron a los valles con ríos en busca de
agua y las personas los siguieron.
Este cambio ocurrió en
muchos lugares: en Eurasia Occidental pasó hace más de 11.000 años, en India y
China hace casi 10.000 y en Mesoamérica y la zona de los Andes hace más de
8.000 años. Eventualmente ocurrió en casi todo el mundo.
Confinados a estos
valles fértiles pero limitados geográficamente, las personas debieron asentarse y empezar a cultivar, lo
que requirió labrar la superficie de la tierra para que los nutrientes salieran
a la superficie y la humedad penetrara lejos de los fuertes rayos del sol.
Al principio usaron
palos afilados que sostenían con la mano pero pronto empezaron a usar un arado
sencillo, empujado por ganado. Funcionaba muy bien.
Fue así como comenzó la agricultura. Ya no era
solamente una desesperada alternativa al estilo de vida nómade sino una
verdadera fuente de prosperidad.
PAULOVILELA/I-STOCK
/ El arado permitió abrir el suelo y plantar cultivos. Así nació la
agricultura.
Cuando la agricultura
se estableció bien -hace 2.000 años durante el Imperio romano y hace 900 años
durante la dinastía Song en China- estos granjeros eran cinco o seis veces más productivos que
los recolectores a los que habían reemplazado.
Piénsalo por un
momento: de pronto se hizo posible que un quinto de la población cultivara
suficiente comida para alimentar a todos. ¿Qué hacían los otros cuatro quintos? Quedaban libres para
especializarse en otras cosas: hornear pan, producir ladrillos, talar árboles,
construir casas, excavar minerales, fundir metales, crear carreteras, armar
ciudades… construir la civilización.
Pero hay una paradoja:
un mayor suministro de comida significaba más competencia para controlar el
excedente. Esa competencia creó dirigentes y dirigidos, amos y sirvientes y empezó a haber
una inequidad de riqueza que no existía en las épocas de los
cazadores-recolectores.
Permitió el ascenso de
reyes y soldados, burócratas y clérigos, que se organizaron de manera astuta
para vivir del trabajo de los otros.
Las primeras sociedades
agrarias podían ser sorprendentemente desiguales.
Por ejemplo: durante el Imperio romano se llegó cerca del límite biológico de
la inequidad: si los ricos hubieran tenido más de los recursos del imperio la
gente simplemente se hubiera muerto de hambre.
PHOTOS.COM/I-STOCK/
El arado trajo comida pero también inequidad. Surgieron los primeros sirvientes
y nació la pobreza.
Pero el arado hizo más
que crear las raíces de la civilización, con todos sus beneficios y
desigualdades. Diferentes tipos de arado llevaron a diferentes tipos de civilizaciones.
Los primeros arados
sencillos usados en Medio Oriente funcionaron muy bien por miles de años y
llegaron al Mediterráneo, donde eran herramientas ideales para cultivar la
tierra dura y áspera.
Pero luego se
desarrolló una herramienta muy diferente: el arado de vertedera, creado primero en China y luego en Europa.
El arado de vertedera
hace un surco en la tierra y la da vuelta. En terrenos secos esto no sirve
porque se desperdicia la preciada humedad de la tierra. Pero en los fértiles
suelos mojados de Europa del Norte el arado de vertedera era muy superior,
mejorando el drenaje y matando la maleza de raíz profunda, que era convertida
en abono.
El arado sencillo que
araña la tierra necesitaba solamente de dos animales para tirarlo y funcionaba
mejor con una técnica de arado simple, recorriendo el cuadrado de tierra de un
lado a otro.
Esto hacía que la
agricultura fuera una práctica
individual. Un granjero podía vivir solo con su arado, sus bueyes y su
tierra.
Pero el arado de
vertedera requería de un equipo de ocho bueyes, o mejor aún: caballos, y ¿quién
tenía ese tipo de riqueza? Además funcionaba mejor si el arado se realizaba en
formas de líneas, muy cercanas entre sí.
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El arado de vertedera requería de muchos animales y maquinaria pesada y eso
obligó a los agricultores a agruparse.
El resultado fue que la
agricultura se tornó una práctica
comunal: las personas tenían que compartir el arado, los animales y
resolver sus desacuerdos. Se empezaron a juntar en aldeas. El arado de
vertedera marcó el comienzo del sistema feudal en Europa del Norte.
El arado también dio
nueva forma a la vida familiar. Era un equipo muy pesado así que el
arado era visto como tarea de hombres. Pero el trigo y el arroz requerían de
más preparación que las nueces y los frutos así que las mujeres debían quedarse
más en la casa, preparando la comida.
Hay un estudio de
esqueletos sirios de 9.000 años de antigüedad que halló evidencias de que las
mujeres comenzaron a sufrir de artritis en
sus rodillas y pies, aparentemente por arrodillarse mientras molían los granos.
Por otra parte, como
las mujeres ya no tenían que transportar a los bebés pequeños mientras
recolectaban, tuvieron más embarazos.
Las sociedades agrarias
pudieron incluso haber cambiado las políticas sexuales. Piénsalo: si tienes
tierra, es algo que pueden heredar tus hijos. Si eres hombre, estarás más
ansioso de asegurarte de que en efecto sean tus hijos. Después de todo, ahora
la mujer pasa todo el día en la casa. ¿Estará realmente moliendo granos
únicamente?
Una teoría
-especulativa pero interesante- es que al arado intensificó la vigilancia de
los hombres de las actividades sexuales de las mujeres. Si es cierto, es algo
que nunca dejó de pasar.
DUNCAN1890/I-STOCK
Moler granos le trajo muchas dolencias a las mujeres. Y encima de eso, tenían
que lidiar con los celos de sus parejas.
Todo esto nos lleva a
preguntarnos si inventar el arado fue una buena idea. No que no funcionara
-funcionó de manera brillante- pero junto con todos los beneficios para la
civilización también parece haber permitido el surgimiento de la misoginia y la tiranía.
Las evidencias
arqueológicas también sugieren que los primeros granjeros tuvieron mucha peor
salud que sus antecesores cazadores-recolectores. Con sus dietas de arroz y
granos no recibían suficientes vitaminas y su desarrollo quedó atrofiado.
Cuando las sociedades
adoptaron la agricultura la altura media tanto de hombres como de mujeres se redujo unos 15 centímetros. Y hay
muchas evidencias de parásitos, enfermedades y desnutrición infantil.
Jared Diamond, autor de
"Armas, microbios y acero", llamó a la adopción de la agricultura
"el peor error en la
historia de la raza humana".
Quizás te preguntes por
qué entonces la agricultura se expandió de forma tan veloz. Pero ya hemos visto
la respuesta: el excedente de comida permitió poblaciones más grandes y las
sociedades podían contratar a soldados.
TOPOFMIND/I-STOCK
¿Si la civilización se acabara elegirías volver a inventar la agricultura o
serías un cazador nómade?
Incluso ejércitos de soldados
atrofiados habían podido expulsar a las tribus de cazadores-recolectores de
todas las tierras, con excepción de las más marginales.
Hoy, las pocas tribus nómades modernas que
quedan aún tienen una dieta relativamente sana, con una variedad de nueces,
frutos y animales. A un aborigen Kalahari le preguntaron por qué su tribu no
había copiado a los vecinos y empezado a arar y respondió: "¿para qué,
cuando hay tantas nueces mongomongo en el mundo?".
Así que aquí estás,
eres uno de los pocos que sobrevivieron el fin de la civilización.
¿Volverías a inventar
el arado y empezarías todo de cero nuevamente? ¿O mejor nos conformamos con
nuestras nueces mongomongo?
Este
artículo es una adaptación de la serie de la BBC "50 cosas que hicieron la
economía moderna". Abajo encontrarás otros episodios de la serie.
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