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Por
María Caridad Araujo.
Cada año se celebra
el Día Universal del Niño el 20 de noviembre.
Considerando las brechas en el desarrollo que persisten entre los niños de
hogares más y menos pobres en la región, nos preguntamos: ¿podemos realmente
celebrar este día? Resulta que en nuestros países acaban de darnos una buena
razón para hacerlo.
Los representantes de
los gobiernos, la sociedad civil, los bancos de desarrollo y la academia acaban
de alcanzar un hito importante para la región: la Declaración de Bogotá. Esta
Declaración recoge un conjunto de acuerdos
entre los estados de la región sobre cómo impulsar el desarrollo infantil. Además, estos acuerdos cuentan con
el apoyo de una red de
organizaciones académicas, de la sociedad civil y la banca de
desarrollo que se comprometen a acompañar
el proceso de llevarlos a la práctica.
La reunión de Bogotá,
convocada por el presidente Juan Manuel Santos, contó con la asistencia de
representantes de gobiernos de doce países, así como con varias decenas de
organizaciones sociales de la sociedad civil, academia y otras, y con
representantes del Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y
el Banco de Desarrollo de
América Latina (CAF). El logro de estos acuerdos representa la
culminación de un proceso de dos años, liderado por El Diálogo Interamericano y
en el cual el BID ha participado activamente. Este proceso ha permitido
reunir a voces importantes en materia de primera infancia de la región para
discutir aspectos técnicos e identificar acciones prioritarias en diferentes
ámbitos de este tema.
Los
cuatro pilares que llevaron a la Declaración son los
siguientes:
Evaluación
y monitoreo del desarrollo infantil:
Se acordó construir sistemas
nacionales de medición del desarrollo que informen, de manera periódica, sobre
la evolución de los niveles del desarrollo infantil a lo largo del tiempo y
permitan hacer comparaciones entre sub-grupos de población de un mismo país,
así como entre países. Estas evaluaciones deberán tener representatividad
nacional e incorporar las distintas áreas del desarrollo: la cognitiva,
socioemocional, del lenguaje y motriz. Esta información es esencial para
informar la política de primera infancia y movilizar el apoyo político y
presupuestario de forma sostenible hacia este sector.
Calidad
de los servicios de desarrollo infantil:
Los países reconocieron
que los esfuerzos por ampliar la cobertura de la oferta de servicios de
desarrollo infantil – programas de apoyo a las familias y apoyo a la crianza,
jardines infantiles, prescolar y servicios del sistema de salud – no es
suficiente. Se advirtió que es indispensable fortalecer la calidad de estos
servicios pues la evidencia disponible en la región, de países y contextos
diversos, sugiere que ésta es de bajos niveles. También se identificó que, en
un contexto desigual como el latinoamericano, reconociendo el derecho de todos
los niños a un desarrollo pleno, y dada la existencia de recursos limitados que
no permiten la provisión pública de servicios gratuitos universales, la
prioridad de los programas financiados con recursos públicos debe ser
garantizar la calidad en los servicios para los niños y las familias más
vulnerables. La Declaración de Bogotá recoge un conjunto de acciones
específicas que son necesarias para asegurar los servicios de desarrollo
infantil de calidad.
Gobernanza
e institucionalidad del desarrollo infantil:
Se reconocieron los
desafíos de articulación y coordinación que presenta, por su naturaleza, este
sector. La coordinación puede ser compleja, pero, en el caso de la primera
infancia, la ventana de oportunidad para intervenir es tan estrecha, que es
indispensable que la coordinación ocurra de manera oportuna, poniendo en el
centro de la ecuación a los niños, las familias y sus necesidades y rompiendo
la lógica tradicional de operación de los diferentes sectores y proveedores
involucrados. La Declaración de Bogotá reconoce que las políticas a favor de la
primera infancia son políticas de estado y por tanto los compromisos
financieros y técnicos deben mantenerse en el tiempo, aun cuando cambien las
autoridades de los gobiernos.
Apoyo
a la capacidad de alianza y movilización:
Los compromisos
mencionados cuentan con el apoyo de un conjunto de actores clave de la sociedad que
comparten una preocupación por asegurar inversiones sostenidas en la primera
infancia. Estos actores se comprometen a organizarse para incidir a lo largo
del ciclo de políticas públicas: (a) informando y generando adhesión al tema
entre los ciudadanos; (b) posicionando a la primera infancia en la agenda de
política pública, (c) apoyando los esfuerzos por fortalecer la
institucionalidad del sector, (d) observando y aportando al seguimiento de la
implementación de políticas y programas, y (e) sistematizando la evidencia
sobre mejores prácticas.
La Agenda de Bogotá es
ambiciosa, pero cuenta con un grupo entusiasta y diverso para llevarla a la práctica
de maneras creativas, concretas y efectivas. Como dijo Marcelo Cabrol, Gerente
del Sector Social del BID durante el Foro, “si el primer mandato es pensar en la sostenibilidad
a largo plazo de la agenda de primera infancia, el segundo es pensar en ideas
innovadoras para llevarla a escala”. ¿Cómo te vas a sumar tú a estos esfuerzos?
¿Qué ideas innovadoras
conoces o quisieras implementar? ¿Crees que es posible impulsar el desarrollo
infantil con esta Declaración? Cuéntanos en la sección de comentarios o
mencionando a @BIDgente en
Twitter.
María Caridad Araujo es Especialista Principal de
la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de
Desarrollo.
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