sábado, 21 de octubre de 2017

‘Ukamau y ké’, un retorno a la amistad, al cambio social y las raíces del hip hop andino

El director Andrés Ramírez presenta un documental sobre la vida del fallecido rapero aimara Abraham Bojórquez

Cochabamba 21 OCT 2017 - 15:52 CEST
Fotograma de 'Ukumau y ké'.

De la felicidad a la tristeza existen apenas unos minutos de diferencia. Primero se puede ver al rapero boliviano Abraham Bojórquez, líder y vocalista de la banda de hip hop Ukamau y ké (así es y qué), como telonero de la banda Bersuit Vergarabat en 2008. El cantante oriundo de La Paz se ve exaltado ante las miles de personas frente al escenario. Esa noche interpretó una versión en aimara de uno de los éxitos de la agrupación argentina. Gustavo Cordera, el entonces vocalista, despide a Bojórquez con un abrazo efusivo. En la siguiente imagen solo hay llanto y desconsuelo. Menos de un año después, el espíritu de quien fuera considerado el pionero del hip hop andino y aimara ha pasado a la otra vida.

Así presenta el director ecuatoriano y amigo íntimo de Bojórquez, Andrés Ramírez, el documental Ukamau y ké. Un filme que trata de saldar las cuentas pendientes y revisar la amistad de ambos, además de abordar las convicciones del rapero boliviano desde el activismo musical como herramienta social. El director inició con el proyecto en 2012. Cinco años fueron necesarios para terminar la producción, colectando fondos, endeudándose y poniendo de su propio bolsillo. La película tuvo dos presentaciones especiales en La Paz, Bolivia, y ahora se prepara para encontrar su camino en festivales y citas cinematográficas en el extranjero.

Bojórquez falleció en 2009, a sus 27 años, atropellado en la caótica urbe de El Alto. Fue difícil para Ramírez no poder asistir a su funeral. El realizador ecuatoriano cuenta que se sentía en deuda con su amigo por no haber estado cerca el día de su entierro. Narrativamente la película da la sensación de que existe un vacío, algo inconcluso respecto a la vida del rapero boliviano y las personas que lo conocieron.


Volver a hablar de Bojórquez y su obra fue para muchas personas, según el realizador, un catalizador que les permitió expresar sentimientos que quedaron pendientes. “Creo que en definitiva es un compromiso para seguir adelante. Con Abraham existían profundos compromisos, sociales y políticos y espirituales también, con nuestra gente, con su música. Lo que el hablaba en su música era eso, un compromiso con su pueblo”, explica Ramírez vía telefónica.




Bojórquez, huérfano de madre y al cuidado de un padre alcoholico, sobrevivió en la calle. Fue llevado a sus 11 años a São Paulo para trabajar en un taller de costura en condiciones de casi esclavitud, según explicó él mismo en varias entrevistas. Fue ahí donde entró al mundo del hip hop, gracias a los jóvenes de las favelas. El rapero boliviano, aparte de Bersuit Vergarabat, compartió escenario con Manu Chao

En 2006 publicó su disco debut, Para la raza, que hacía énfasis en el uso de sonidos propios de Bolivia, mezclados con bajos de jazz y su lírica rebelde reivindicando el orgullo de su ascendencia aimara. “Hay que estar orgullosos de ser hijos de pollera [vestido utilizado por las mujeres mestizas], de ser hijos de mineros, de campesinos, de fabriles, soy orgulloso de eso. Cuando me dicen indio, me siento orgulloso, porque eso es Bolivia, nada más. Hay que sacar la raza adelante”, afirmaba Bojórquez en una entrevista.

Un gran esfuerzo de búsqueda

El documental funciona, explica Ramírez, como un referente para que las personas que no conocieron a Bojórquez puedan descubrir su obra. El director da un toque de atención a las autoridades bolivianas del área cultural, ya que no apoyaron al proyecto en ninguna de sus etapas. Ahora, les pide colaboración para distribuir y difundir el documental. “Es una suerte de documento histórico. Abraham es un patrimonio de Bolivia, fue un líder nato, con una energía muy especial, alguien que trascendió el tiempo, que supo encaminar su color, su historia, para hacer algo por los demás. Ese es el camino de la película”, precisa el también rapero ecuatoriano.

La película también se apoya en el basto archivo que existe de entrevistas e intervenciones que Bojórquez realizó en vida. Para Ramírez fue un gran esfuerzo poder acceder a todos esos materiales. A sus grabaciones propias, le añadió videos proporcionados por familiares, conocidos y por el centro cultural Wayna Tambo, una institución que frecuentaba el rapero paceño. “El indicio fue saber que ya había un material audiovisual en el mundo. Se podía ordenarlo, recuperarlo. Fue una locura de cinco años”, agrega el director.


Ramírez considera que el discurso de Bojórquez está más vigente que nunca. En tiempos de Donald Trump, supremacía entre razas e intolerancia, la idea de levantar la voz, reivindicar la interculturalidad y defender las diferencias de las personas es un mensaje que él siempre sostenía. “Es una visión que él tenía [Bojórquez]. Daba un mensaje que reta a muchos en el poder, e incluso a muchas practicas cotidianas que no nos permiten avanzar hacia una sociedad más justa. Lo que podemos hacer a través del hip hop es amplificar las voces, hacerlas llegar a mayores lugares y seguir creyendo que podemos cambiar las cosas”, finaliza.

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