miércoles, 18 de octubre de 2017

Más acceso a anticonceptivos, menos pobreza


Un 43% de las mujeres en países pobres no pueden elegir el número de hijos. Un mejor acceso a la salud sexual y la planificación familiar reduciría la desigualdad, según el nuevo informe del Estado de la Población Mundial

Una madre con un recién nacido en Camboya. UNFPA/NICOLAS AXELROD


La desigualdad no es únicamente una cuestión de riqueza. Las disparidades económicas representan solo una de las facetas de este fenómeno que atrapa a un número creciente de personas en una espiral descendente de privaciones y potencial humano desaprovechado. Mientras que algunos cuentan con las oportunidades y capacidades para detener esa trayectoria nociva, otros no disponen de los recursos necesarios. Para revertir esta situación y conseguir la erradicación de la pobreza, es necesario mirar más allá de la línea de ingresos que separa a ricos y pobres contemplar múltiples desigualdades, incluidas aquellas en salud sexual y reproductiva, sostiene el informe del Estado de la Población Mundial 2017 Mundos aparte: la salud y los derechos reproductivos en tiempos de desigualdad, publicado este martes por el Fondo de Población de las Naciones Unidas.


Un total de 214 millones de mujeres en países en desarrollo no tienen acceso a planificación familiar. La consecuencia de esta discriminación es un 43% de los embarazos (89 millones) no planeados y 48 millones de abortos al año.
ampliarfoto Tasas de uso de anticonceptivos en mujeres de edades comprendidas entre los 15 y los 49 años casadas o que viven en una unión libre, por región y quintil de riqueza.

El número de partos entre las adolescentes que residen en zonas rurales duplica el de las que viven en zonas urbanas

La agencia de Naciones Unidas que vela por la salud reproductiva de mujeres y jóvenes alerta de que la necesidad insatisfecha en materia de planificación familiar se ceba en especial con las más pobres. Privadas del acceso a métodos anticonceptivos, las mujeres con menos recursos, en particular las que cuentan con menos estudios y viven en áreas rurales, están más expuestas a la fecundidad no deseada. Las consecuencias, tanto para la salud como para la economía, son devastadoras y afectan también a sus hijos. La falta de capacidad para decidir si desean quedarse embarazadas, cuándo o con qué frecuencia, puede limitar su acceso a la educación, retrasar su incorporación a la fuerza de trabajo remunerada y reducir sus ingresos. Como resultado, seguramente quedarán atrapadas en la pobreza y la marginación.

El 95% de los embarazos en la adolescencia se registra en países en desarrollo, donde 1,1 millones de madres son menores de 15 años, aunque dar a luz a una edad temprana puede agravar el riesgo de complicaciones y muertes maternas, además de conllevar en muchos casos el abandono de los estudios. La tasa de fecundidad de las adolescentes que residen en el 20% de los hogares más pobres es casi tres veces superior a la de las adolescentes del 20% de los hogares más ricos. Asimismo, el número de partos entre las adolescentes que residen en zonas rurales duplica el de las que viven en zonas urbanas.

Las jóvenes, en especial si no están casadas, se enfrentan a más obstáculos que los adultos a la hora de obtener anticonceptivos, debido a las leyes y políticas restrictivas o el estigma asociado con las relaciones sexuales a una edad temprana. La diferencia de edad en una pareja también puede reducir la influencia de la mujer en las decisiones sobre el uso de métodos anticonceptivos. 

ACCESO A LOS ANTICONCEPTIVOS

En la mayoría de países en desarrollo, el uso de métodos anticonceptivos por mujeres de edades comprendidas entre los 15 y los 49 años es menor entre las más pobres, las residentes en zonas rurales o con mayores carencias educativas. No obstante, hay excepciones a este patrón. En Bangladés, Bután, Camboya y Tailandia, por ejemplo, las tasas de uso de anticonceptivos son más altas entre el 20% más pobre de la población que entre el 20% más rico.

En 13 de los 20 países de África Occidental y Central, la probabilidad de que se satisfaga la necesidad de anticonceptivos de las mujeres del 20% de los hogares más acomodados duplica a la del 20% de los hogares más pobres.

Numerosos países en desarrollo han mejorado su capacidad de suministro de anticonceptivos modernos a las mujeres que desean evitar o postergar un embarazo. Ruanda y Sierra Leona se colocan entre los que registran mejor desempeño. En otros casos, como en Etiopía, la demanda satisfecha aumentó a lo largo del tiempo, pero también crecieron las desigualdades entre el quintil más pobre y el más rico de la población.

El año pasado, la desigualdad de género empeoró en varias regiones del mundo. Según datos del Foro Económico Mundial, en 68 países se registraron brechas superiores a las de 2015. "Cuando son millones de mujeres las que hacen frente a privaciones similares, el precio que pagan las sociedades y las economías en su conjunto es aún más elevado. Las perspectivas empeoran en relación con el ejercicio de los derechos humanos y la consecución de una sociedad justa y estable, así como de una economía inclusiva y sostenible", concluye el informe.

La continuidad de los programas de salud materna y control de la natalidad en los países en desarrollo está siendo amenazada por los recortes en cooperación anunciados por EE UU, primer donante en el mundo en materia de salud sexual y reproductiva. En enero, la Administración de Trump prohibió a las ONG el uso de fondos del Gobierno para subvencionar a grupos que practiquen o asesoren sobre el aborto en el extranjero. Unos meses después, la política fue ampliada a cualquier entidad que lo promoviera, aunque usara ese dinero para la prevención del SIDA o la malaria. Los tijeretazos de Trump, en línea con los sistemáticos recortes de las anteriores administraciones republicanas, llegaron hasta el mismo Fondo de Población de ONU. En abril el país, principal financiador de la agencia, le cortó el grifo, alegando que el organismo apoya abortos forzados en China. La organización, sin embargo, negó categóricamente la acusación.

Estas medidas se suman a otra aprobada a principios de octubre, cuando se anunció una limitación del acceso gratuito a anticonceptivos para miles de mujeres estadounidenses al permitir a aseguradoras y empresas privadas que rechacen ofrecer estos métodos en sus seguros médicos por motivos religiosos o morales.

Frente a los recortes de EE UU, el presidente de la Federación de Planificación Familiar Estatal española, Guillermo González Antón, ha mostrado confianza en el compromiso financiero anunciado por los países europeos. "Se va a notar la retirada de EE UU", ha agregado durante la presentación del informe en la sede de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo en Madrid, "pero creo que la rápida reacción de Europa nos va a permitir lograr resultados positivos".

Desigualdad de ingresos, una faceta del problema

Ampliar la disponibilidad y accesibilidad de la información y los servicios en el ámbito de la salud reproductiva solo es una parte de la solución. Si bien en los últimos años la desigualdad entre países ha empezado a disminuir, esta se ha agravado en el interior de al menos 34 Estados —donde los ingresos del 60% de la población más rico experimentaron una subida más rápida que los del 40% más pobre— entre 2008 y 2013. El informe destaca que en estos momentos, según los cálculos de Wealth-X, la riqueza combinada de 2.473 multimillonarios supera los 7.700 millones de dólares, una cifra que equivale al producto interno bruto combinado de las cuatro quintas partes de los países del mundo en 2015.


DAR A LUZ SIN ASISTENCIA

Aunque el acceso a los servicios de atención prenatal va en aumento en todo el mundo, las mujeres en los países en desarrollo, en especial África subsahariana y Asia meridional, realizan o reciben habitualmente menos de cuatro visitas prenatales, el número mínimo necesario para garantizar un embarazo seguro. La situación es especialmente dramática en las zonas rurales, debido a los costes necesarios para recorrer largas distancias para acceder a los servicios de atención. Entre los países objeto de estudio, Camboya y Armenia registraron los progresos más destacados. Sin embargo, en Afganistán, Etiopía y Yemen, donde menos del 25% de las mujeres asisten a cuatro o más visitas prenatales, las que viven en zonas urbanas tienen, como mínimo, 2,5 veces más de probabilidades que las de las zonas rurales de recibir el número de visitas recomendado.

En los países en desarrollo, es más probable que el 20% de las mujeres más pobres dé a luz sin asistencia en comparación con el quintil más rico de la población. En el Afganistán, Bangladés, el Camerún, Guinea, el Níger y Nigeria, el uso de atención especializada durante el parto es extremadamente bajo entre las mujeres más pobres: menos del 20% frente al 70%, como mínimo, entre las mujeres más acomodadas.

La mortalidad neonatal también está descendiendo, aunque la desigualdad entre los quintiles de riqueza ha aumentado en años recientes. Mientras Senegal avanza de manera notable, la mortalidad neonatal en Chad experimentó pocos cambios en el período entre 1996 y 2004.

Las desigualdades en el ámbito de la salud y los derechos sexuales y reproductivos se traducen en desigualdades laborales y salariales en un círculo vicioso que se retroalimenta, según el estudio. En los países con tasas de fecundidad elevadas, la incorporación de las mujeres a la fuerza de trabajo en empleos asalariados y remunerados sigue siendo baja (el 20% en Asia Meridional y el 22% en África subsahariana). El riesgo de exclusión del mercado laboral aumenta ante los embarazos no planeados, que rondan los 89 millones al año.

En 2015, alrededor del 50% de mujeres frente al 76% de hombres participaron en la fuerza de trabajo mundial, según datos de la Organización Internacional del Trabajo. El África septentrional y los Estados árabes encabezan los países con las diferencias más pronunciadas, con una tasa de desempleo juvenil femenino (44%) que casi duplica a la de los jóvenes.

La discriminación en el trabajo está estrechamente vinculada con el acceso a la educación. Las mujeres analfabetas alrededor del mundo son 479 millones, según datos de Unesco. Millones de niñas en edad escolar de primaria no asisten a la escuela y la brecha aumenta en la enseñanza secundaria, lo que limita también el nivel de ingresos en las etapas posteriores de la vida y expone las niñas a un mayor riesgo de embarazos en la adolescencia.

Pese a la existencia de un marco legislativo internacional para proteger a grupos especialmente vulnerables a la exclusión, como las mujeres y los niños, las disparidades no se están eliminando con suficiente rapidez. "La discriminación hacia las mujeres forma parte de una norma social que tiene diferentes manifestaciones y eso necesita tiempo para cambiar", reconoce Luis Mora, responsable de género, derechos humanos y cultura del Fondo de Población de Naciones Unidas, al subrayar que ya se han dado pasos importantes.

Mora, sin embargo, cree que la desigualdad de género y la disparidad en el disfrute de la salud y los derechos sexuales y reproductivos aún no reciben la suficiente atención en la lucha para erradicar la pobreza. "Seguir invirtiendo en políticas de igualdad no es una opción, sino un imperativo social y económico. Si no lo hacemos, no podremos lograr las metas de desarrollo sostenible fijadas para 2030".

¿Y ESPAÑA?

Aunque los países en desarrollo pagan el coste más elevado, las regiones desarrolladas también se enfrentan a estos problemas. "La igualdad no se ha conseguido en ningún lugar del mundo. En muchos países, la educación sexual sigue siendo una asignatura pendiente en las escuelas, mientras que la brecha salarial entre hombres y mujeres persiste", explica Luis Mora, responsable de género, derechos humanos y cultura del Fondo de Población de Naciones Unidas. ¿Y España?

El presidente de la Federación de Planificación Familiar Estatal española, Guillermo González Antón, asegura que el país puede presumir de muy buenos resultados en lo que se refiere al índice de mortalidad infantil. La bajada en la tasa de natalidad registrada en los últimos años no puede achacarse exclusivamente a buenos niveles de acceso a métodos anticonceptivos. "No podemos dar por resuelta la cuestión", explica. "Aún existen diferencias abismales entre las autonomías y la reciente crisis no ha favorecido".

Ante un descenso en la cifra de embarazos no planeados, González insiste en la importancia de la financiación de los anticonceptivos. "Es una política altamente eficaz y con poco coste, no entiendo por qué no tiene la bendición del Gobierno".

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