Las predicciones del fin del mundo que hace la ciencia van más allá de la
remota posibilidad de que un asteroide choque contra nuestro planeta. El riesgo
es mucho más prosaico y cercano. Es más, nosotros mismos nos bastamos y nos
sobramos para avanzar hacia un camino de no retorno. ¿Las razones? En este post
vamos a abordar dos de ellas: la escasez de recursos y el avance del cambio
climático.
La escasez de recursos
que contribuiría a un colapso planetario irreversible está relacionada, como es
bien sabido, con la sobreexplotación de los mismos. En otras palabras, el
desmedido consumo de recursos ha provocado una situación que no puede
mantenerse por más tiempo.
La sostenibilidad
resulta clave, por lo tanto, para detener tan grave problema, cuyas
consecuencias trascienden el mero mantenimiento del nivel de vida actual. El
progreso, con sus luces y sus sombras, no es lo único que está en juego, habida
cuenta de la consiguiente destrucción de la naturaleza que también conlleva.
Un
solo planeta no basta
Con el objetivo de
ilustrar el problema, buscando concienciar al respecto con ejemplos concretos,
la ONG Global Footprint Network pone sobre la mesa los números rojos ante los
que nos encontramos.
En 2016, siempre según
la ONG, el “día del rebasamiento” fue el 3 de agosto, una fecha simbólica que,
a su vez, nos ayuda a visualizar el problema y a tomar conciencia del mismo con
mayor facilidad.
Una situación que empeora año tras año (fue a fines de septiembre en 1997, pongamos por caso), puesto que ese momento, conocido como “día de rebasamiento” llega cada vez más pronto. Recordemos que la ONG establece esta fecha para los años pasados desde los años setenta, momento en el que el problema empezó a agravarse.
Una situación que empeora año tras año (fue a fines de septiembre en 1997, pongamos por caso), puesto que ese momento, conocido como “día de rebasamiento” llega cada vez más pronto. Recordemos que la ONG establece esta fecha para los años pasados desde los años setenta, momento en el que el problema empezó a agravarse.
Desde entonces, los
resultados son cada vez más preocupantes y, salvo que se tomen medidas al
respecto, la escasez de recursos “sigue avanzando de manera inexorable”,
explican los expertos. “Para satisfacer nuestras necesidades, hoy precisaríamos
el equivalente a 1,7 planeta”, concluyen.
Ello significa que “a
partir de esa fecha, la humanidad habrá consumido el conjunto de los recursos
que el planeta puede renovar en un año”, recuerda la asociación en un
comunicado que también firma el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Para llegar a tal
conclusión, el trabajo realizado por la ONG tiene en cuenta factores clave,
entre ellos indicadores como la huella de carbono, así como el consumo de
recursos consumidos por actividades humanas entre las que podemos citar la
agricultura, la pesca, la ganadería, la construcción o el uso del agua.
“El
costo de este sobreconsumo ya es visible: escasez de agua, desertificación,
erosión de los suelos, caída de la productividad agrícola y de las reservas de
peces, deforestación, desaparición de especies. Vivir a crédito sólo puede ser
algo provisional porque la naturaleza no cuenta con un yacimiento del que
podamos proveernos indefinidamente.
Afortunadamente, no es
tarde para reaccionar. Aún “es posible invertir esta tendencia”, afirman las
dos organizaciones, y citan como ejemplo la tendencia cada vez más fuerte que
supone la creciente apuesta del mundo por las energías renovables.
Lograr la tan necesaria
sostenibilidad también requiere frenar el cambio climático. Así pues, apuntan,
limitarlo en la medida de lo posible exige reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero.
Catástrofe
climática: ¿qué tiempo tenemos para reaccionar?
En efecto, detener el
cambio climático también es fundamental a la hora de evitar o reducir la
escasez de recursos y, en concreto, el día de rebasamiento (overshoot day).
Ambas cuestiones están muy relacionadas, hasta el punto de que, por ejemplo,
las emisiones tan solo “representan el 60 por ciento de nuestra huella
ecológica mundial”.
Detener la catástrofe
climática que supondrá el avance del calentamiento global tampoco no admite demoras.
Si la escasez de recursos es sinónimo de números rojos, necesitando soluciones
urgentes para ayer, la catástrofe climática también está a la vuelta de la
esquina.
Una reciente carta
firmada por prestigiosos climatólogos publicada en la revista Nature concluye
que el mundo tiene apenas tres años para evitarla. De no empezar a reducirse
las emisiones en 2020, contener el cambio climático será misión imposible.
Abordar los objetivos
de sostenibilidad de forma amplia, reduciendo la explotación de recursos y las
emisiones no es tarea fácil. Sobre todo, teniendo en cuenta la importancia
decisiva de empezar a hacerlo sin demora.
En lo que respecta a la
escasez de recursos, también buscarse soluciones relativas a los problemas que
plantea la sobrepoblación mundial. Por su parte, “reducir las emisiones a nivel
mundial es una labor titánica, pero las investigaciones nos aseguran que es
necesario, y que es posible”, concluye la misiva.
Empezar cuanto antes no
solo puede ser decisivo, sino también evitarnos tener que hacer cambios tan
bruscos que finalmente acaben siendo imposibles. Los cambios graduales son la
clave, siempre que no sean tan tímidos que simplemente no hagan la diferencia.
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