Rustam QobilBBC Uzbekistán*
6 horas
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caption Kirguistán tiene enormes embalses de agua contenidos en masivos
depósitos en elevadas altitudes.
Una
profunda crisis por el agua y la energía crece y crece en Asia Central.
El antiguo sistema soviético, con
el que cinco países de la región -Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán,
Tayikistán y Kirguistán- compartían sus recursos, se derrumbó, provocando
escasez de agua y cortes de electricidad habituales.
Ya hubo disturbios de pequeña
escala en la región, pero algunos observadores advierten que éste es sólo el
comienzo.
La pequeña Pariso
En una noche congelada en enero
de 2009, un catastrófico corte de electricidad sumió a parte de la capital de
Tayikistán, Dusanbé, en la oscuridad.
En uno de los hospitales de
maternidad de la ciudad fallaron los generadores y los equipos de respiración
artificial pararon, lo que dejó a
dos médicos batallando para mantener a dos bebés neonatos vivos.
Symuddin Dustov, el padre de una
de las bebés, Pariso, se puso a llamar frenéticamente a sus amigos para
encontrar una fuente alternativa de energía.
Durante dos horas, mientras sus
amigos trataban de arrastrar un generador de 200 kilos por cinco pisos de
escaleras en total oscuridad, Dustov permaneció en una sala fría, alumbrada por
velas, mirando cómo su hija se esforzaba por respirar.
"Podía
ver que ella no tenía suficiente fuerza para continuar",
recuerda Dustov.
A las dos de la mañana, después
de cuatro horas que parecieron durar toda una vida, Pariso murió.
Pariso no fue la única niña que
murió en Tayikistán ese invierno, cuando las temperaturas se desplomaron a los
niveles más bajos que se recuerden y se colapsó la red de abastecimiento de
energía del país.
La crisis fue una cruda
demostración de que la compleja red compartida de energía y agua que había
abastecido a las cinco repúblicas de Asia Central en la era soviética, ya no
estaba funcionando.
Principio simple
El sistema estaba basado en un
principio simple.
Tres repúblicas, Kazajistán,
Uzbekistán y Turkmenistán, tenían ricos recursos de energía. Y las otras dos,
Tayikistán y Kirguistán, tenían enormes embalses de agua contenidos en masivos
depósitos en elevadas altitudes.
Todas las naciones debían trabajar unidas para asegurarse de
que había agua para las cosechas en primavera y verano, y electricidad para
todos en invierno.
Sin agua en los dos grandes ríos
de la región, el Syr Darya y el Amu Darya, morirían las cosechas vitales de los
motores agrícolas ubicados río abajo.
Sin energía, la vida en los países
río arriba sería insoportable en
"La posibilidad de
desacuerdos siempre existió", afirma a la BBC el analista político kazajo
Rasul Jumali.
"Pero
las disputas siempre eran resueltas por Moscú", añade.
Después, en 1991, con la Unión
Soviética disuelta, cada país quedó solo enfrentando sus problemas.
Derechos
de autor de la imagen AFP Image caption El río Garm cerca de Dushanbe, Tayikistán.
Adiós al acuerdo
"Se trataba de seguridad
alimentaria para los países que estaban rio abajo, frente a la seguridad
energética para los países río arriba", explica el analista político
basado en Moscú, Andrei Kazantsev.
"Un
lado se iba a congelar en invierno, o el otro lado quedaría sin nada que comer
durante todo el año", sintetiza.
Aunque los cinco países hubieran
podido continuar compartiendo y cooperando, y durante años así lo hicieron,
para los países de río abajo, ricos en energía, era más rentable vender gas y
electricidad a compradores extranjeros que abastecer a sus vecinos río arriba,
que no tenían dinero.
Así que Uzbekistán comenzó a
vender electricidad a Afganistán en 2009 y se retiró totalmente del sistema
compartido de abastecimiento de Asia Central.
Ese fue el tiro de gracia al acuerdo que solía patrocinar el Moscú soviético.
La muerte de la pequeña Pariso
fue una de las consecuencias de esa decisión.
Otra de las consecuencias fue que
Tayikistán y Kirguistán comenzaron a usar más agua para generar electricidad en
invierno, y las tierras agrícolas en Kazajistán y Uzbekistán recibieron menos
agua durante la temporada de cultivo.
El resultado es que ahora, a lo
largo de toda la región de Asia Central, hay más gente que se encuentra con escasez de agua o escasez de energía.
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caption Asima Dalanbay: "No podemos vivir aquí sin agua".
Tiempos de escasez
Asima Dalanbay es una de las
víctimas.
Vive en el sur de Kazajistán
desde hace 40 años y solía obtener un buen ingreso cultivando remolacha de
azúcar.
Sin embargo, desde hace siete
años, en el fatídico año de 2009, se secó el abastecimiento de agua a través de
la frontera en Kirguistán.
Ahora cultiva lo que puede con el agua que trabajosamente extrae de un
pozo de perforación, casi seco, en su casa rodeada de tierras desérticas que
se extienden a todo lo largo del panorama.
Igual que sus hijos y que la
mayoría de sus vecinos, Asima está pensando irse.
"Si esto sigue así no
tendremos otra alternativa", dice. "No podemos vivir aquí sin
agua".
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caption Kapar Toktoshev: "los tayikos desviaron el río".
Algunas partes de Kirguistán
también dependen del agua que fluye a través de una frontera internacional.
Aunque Kirguistán tiene
suficientes reservas de agua, en la era soviética el poblado era abastecido con
agua del embalse más cercano, que justamente está en Tayikistán.
Después de la independencia en
1991, este pequeño hecho geográfico se volvió mucho más importante. Y tampoco
ayudó el hecho de que las poblaciones en ambos lados de la frontera no dejaban
de crecer.
El problema ya produjo
situaciones de violencia entre los pobladores de ambos lados de la frontera
después de que los tayikos desviaron el río a sus propios campos y las cosechas
kirguís comenzaron a morir.
La escasez en el país vendedor
En Uzbekistán también se conoció
la escasez tras la decisión de su gobierno de vender gas y electricidad a
compradores extranjeros.
En muchas pequeñas ciudades y
pueblos la gente vive ahora con sólo unas pocas horas de energía al día,
mientras que el gas en grandes áreas del país se ha convertido en un recuerdo
lejano.
Derechos
de autor de la imagen AFP Image caption Algunos sostienen que los disturbios que
condujeron al derrocamiento violento del presidente kirguís Kurmanbek Bakiyev
en abril de 2010 se debían a la crisis de energía,
Un maestro de escuela en el Valle
de Fergana le dijo recientemente a la BBC, a pesar del riesgo de ser multado
por disentir. que apenas quedaban árboles en su ciudad natal, Rishtan, debido a
la demanda de leña.
"Incluso nuestras escuelas
no tienen combustible", dijo.
"Cada
día los alumnos se turnan para traer leña de sus casas para
calentar el aula, así es como nuestros hijos estudian en invierno", explica
el profesor.
"El gobierno está vendiendo
gas a países extranjeros mientras que nosotros (el pueblo de Uzbekistán) no
tenemos combustible ni energía en invierno, y estamos congelando", añade.
El estallido en las cinco
repúblicas
Las cuestionadas decisiones
gubernamentales, la corrupción y las denuncias de abusos contra los derechos
humanos se combinan con el aumento de los precios y la migración masiva en
busca de trabajo en toda la región.
A la mezcla se agrega el
creciente número de jóvenes descontentos que se unen a grupos extremistas
y el hecho de que la guerra en
Afganistán está cada vez más cerca de las fronteras de Uzbek y Tajik.
Los escenarios de pesadilla no
son difíciles de imaginar.
"Nadie sabe realmente a qué
tipo de estallido podría llevar todo esto y cuándo", señala el analista
kazajo Rasul Jumali.
"El escenario más optimista
es que las cosas se queden como están", coincide el analista ruso Andrei
Kazantsev.
"La
más pesimista es la catástrofe completa y la aparición de una serie de estados
fallidos", añade.
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caption La hidroeléctrica Nurek produce dos tercios de la electricidad
actualmente consumida en Tajikistán, pero eso no está ni cerca de satisfacer la
demanda actual.
Un controversial megaproyecto
Para Tayikistán y Kirguistán la
solución obvia a sus problemas crónicos de energía sería construir más
centrales eléctricas, y por eso ambos han trazado planes ambiciosos.
El mayor proyecto actualmente en
el horizonte es la enorme planta hidroeléctrica de Rogun en las montañas del
sur de Tayikistán, que podría convertirse en la presa más alta del mundo (335
metros) si se puede encontrar a los inversionistas para financiarla.
Su reservorio tardaría 16 años en
llenarse hasta su máxima capacidad, con
obvios daños colaterales para Amu Darya en Uzbekistán y Turkmenistán,
que se quedarían sin flujo.
La planta transformaría
Tayikistán en un importante proveedor regional de energía, y haría los cortes
de energía que le costaron la vida a la pequeña Pariso sean una cosa del
pasado.
El expresidente de Uzbekistán,
Islam Karimov, quien murió en septiembre, no escondió sus objeciones a la
planta de Rogun y a un proyecto más pequeño en Kambarata, en Kirguistán.
"¿Qué
pasará con los que viven en los países de abajo?",
preguntó enojado en un discurso en 2012.
"¿Cuánta agua tendremos
mañana si construyen estas barreras en los ríos? Esto podría conducir a una
confrontación regional e incluso a la guerra", afirmó en ese entonces.
En las aldeas
Mientras tanto, la gente común
hace lo que puede y trata de sobrevivir.
En la aldea de Tajmahal, en las
montañas del este de Tayikistán, Shodmon Kholov, padre de cuatro hijos, se
prepara para el invierno.
Hace mucho tiempo, Shodmon y su familia tenían electricidad
las 24 horas para calentar su hogar. Ahora se las arreglan con métodos más
rústicos.
Durante mi visita, toda la
familia está ocupada haciendo bloques de estiércol de vaca que utilizarán para
mantener la estufa ardiendo a través de los fríos meses de invierno.
"Sólo tenemos de dos a tres
horas de electricidad (por día) en invierno", afirma Shodmon.
"Utilizamos el estiércol de
vaca para mantener la estufa encendida y la casa caliente, generalmente necesitamos alrededor de
ocho bloques por la mañana y otros ocho por la tarde".
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caption Shodmon Kholov: "Utilizamos el estiércol de vaca para mantener la
estufa encendida y la casa caliente, generalmente necesitamos alrededor de ocho
bloques por la mañana y otros ocho por la tarde"
Irónicamente, la casa de Kholov
está a sólo 20 minutos en coche de la principal central hidroeléctrica de
Tajikistán, Nurek.
Fue construida en 1961 y produce
dos tercios de la electricidad actualmente consumida en el país, pero eso no
está ni cerca de satisfacer la demanda actual.
Kholov toma el asunto con aires
filosóficos.
"Con
el tiempo lo solucionaremos y tendremos energía todo el día", dice.
Pero no menciona que podría
esperar mucho tiempo para que eso suceda.
* Con
la colaboración de los periodistas de BBC en Rusia Oksana
Vozhdaeva y Max Lomakhin.
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