17/05/2017 - Opinión
Toda guerra siempre producirá
graves daños al ambiente y a las riquezas culturales y materiales de los
pueblos; así como obviamente, a los habitantes del territorio agredido, y a los
soldados agresores, que morirán, o sufrirán heridas importantes en su cuerpo y
en su espíritu. Sin embargo, la ONU (2017) misma reafirma la advertencia de
Michael Gorbachev (2017): “el mundo se está preparando para la guerra”.
No sólo está Trump actuando de
manera imprevisible al mando de la primera potencia bélica mundial, como lo
demuestra el ataque a Siria con misiles Tomahawk, aunque todo indica que fueron
los terroristas los que usaron armas químicas; el ataque a Afganistán con la
madre de todas las bombas, para bombardear las mismas cuevas creadas por los
EEUU contra Rusia a principios de los 90’s; la permanencia ilegal de tropas de
EEUU en Siria con el pretexto de combatir a grupos terroristas que los mismos
EEUU crearon y abastecen; y el incremento de las mismas tropas de EEUU en Irak;
sino que además, está repitiendo el mismo esquema guerrerista de anteriores
gobiernos estadounidenses. En la República Bolivariana de Venezuela, dirige,
apoya abierta y sistemáticamente los intentos de la MUD de crear una situación
que posibilite una guerra interna en Venezuela, con el apoyo de paramilitares y
de gobiernos fascistas de Latinoamérica, y por supuesto, del ejército
estadounidense y de los medios internacionales de difusión de propaganda
pro-imperialista.
No se puede calificar de menos
que demencial, a la propuesta de insistir e imponerle al pueblo mayormente
pacifista de Venezuela una desalmada intervención militar, auspiciada y
financiada por el gobierno norteamericano. Pero todo parece ser parte de una
tendencia mundial. “Claramente se distinguen los signos vitales de la guerra
fría, mientras la carrera de armamentos en algunos países está en marcha”.
Señaló en su entrevista Gorbachov, que “la retórica de los líderes políticos en
los últimos años se está haciendo cada vez más militar y los medios de
comunicación utilizan sus palabras, para añadir leña al fuego”. Y en casos como
el de Venezuela los medios internacionales manejan un lenguaje más beligerante
que los mismos políticos fascistas.
Curiosamente, es el mismo
Gorbachov quién, hace más de 10 años, lideró la coordinación de la propuesta
“Carta de la Tierra”; ésta es una declaración de principios fundamentales para
la construcción de una nueva civilización global, justa, sustentable y
pacífica. En su visión ética-inclusiva, el documento reconoce que la protección
ambiental, los derechos humanos, el desarrollo humano equitativo y la paz, son
interdependientes e indivisibles. Además exige; “eliminar todas las armas
nucleares, biológicas, tóxicas y otras de destrucción masiva”. (2007)
Este documento, que ha sido
traducido en varios idiomas, pide previsibilidad ante el agotamiento de algunos
recursos, a fin de crear un escenario favorable para evitar nuevas guerras. Por
ello, solicita prudencia, recato y austeridad responsable en la utilización de
los recursos naturales y frenar el apasionado consumismo que la humanidad
entera ha asumido.
Hemos sobrepasado los límites
bio-físicos del planeta e hipotecado la biocapacidad de la misma. Nuestra
huella humana global, supera más del 80%. En otras palabras, nuestras próximas
generaciones difícilmente disfrutarán de muchos servicios de nuestra naturaleza
y ojalá, podamos evitar la tan anunciada catástrofe ecológica-social en camino,
que se manifiesta en:
- aceleración del número de
especies en extinción;
- los múltiples desajustes
geo-ecológicos que vienen ocasionando los cambios climáticos y los déficits de
los límites bio-físicos planetarios.
La pérdida de algunos de estos
servicios de la naturaleza—en su uso, manejo, sobre-consumo y contaminación—se
han valorado y determinado en términos exponenciales entre 1950-2010. Por
ejemplo: el consumo de agua se multiplicó por 10; el de energía por 50; consumo
de fertilizantes nitrogenados por 7. Con consecuencias análogas para los
niveles de contaminación y sobre-producción. Por ejemplo: las emisiones de
dióxido de carbono se multiplicaron por 5; la acidificación de los océanos
aumentó en 30 veces; la pérdida de bosques se elevó en 30 veces. Habiéndose
aumentado en 40 veces la captura de peces y la producción de camarones en 6
veces.
Otros tantos gráficos, cifras y
proyecciones se pueden apreciar en la investigación de Aguado (2017) quién nos
agrupa y cabalmente explica, lo que han sido los impulsores directos e
indirectos de lo que se ha venido denominando “la Gran Aceleración”. En estos
últimos 65 años.
Esta alarma planetaria, es una
permanente preocupación de miles activistas, religiosos, algunos políticos y
científicos, de diferentes áreas del conocimiento; quiénes entre sus
reflexiones, exponen las distintas precariedades que confrontamos, por las
limitaciones de distintos recursos básicos para las innovaciones e
investigaciones.
Esta etapa o momento de “la Gran
Aceleración”, además de ubicarnos en una crisis civilizatoria sin precedentes, nos
permite comprender y entender, la urgencia o emergencia real de avanzar de
manera diferente con otra lógica distinta; otra manera distinta de actuar y de
relacionarnos con la naturaleza y sus disminuidos servicios.
Esto implica profundas
transformaciones permanentes en nuestras maneras de pensar-actuar-reflexionar,
sobre lo que nos compromete y corresponsabiliza, en nuestras formas de
relacionarnos con la naturaleza.
De allí, la otra emergencia que
surge, al considerar incorporar y deliberar, en nuestros debates, la razones de
una eco-ética como nueva disciplina, para cambiar nuestros comportamientos,
costumbres y relaciones entre nosotros y con la naturaleza y el multiverso en
general.
La eco-ética es una base
ideológica fundamental para los distintos instrumentos de lucha, que debemos
utilizar en la defensa y recuperación de nuestros ecosistemas.
La eco-ética conlleva, implícita,
nuevas normas internas para nuestro ser, las cuáles han de amalgamarse, con las
normas, leyes y postulados que nos ha estado brindando nuestra madre
naturaleza.
Se trata de transitar hacia una
nueva civilización planetaria, que promueve la construcción de una
cosmobiología diferente, a la impuesta por Occidente, sobre la base de la
explotación mecánica-extractivista y de la acumulación financiera e
individualista, y que se soporta en la ideología fragmentaria y diversionista
que la caracteriza.
Nuestra eco-ética, se está
construyendo, a partir de un entramado de interrelaciones bióticas y abióticas,
todas complementarias entre ellas y de donde ha de emerger la nueva
cosmobiología que se establecerá y reproducirá en nuestras relaciones sociales.
Tanto la eco-ética como la nueva
cosmobiología tienen su episteme en entender que nuestra “Gaia” es un
ser viviente. Como tal deben privar los equilibrios en la lógica-razón y en el
afecto-cuido de nuestras relaciones con ella. Es definitivamente imperativo y
posible transformar nuestros pensamientos y ser diferentes. Como tales, ir
incidiendo en la nueva coresponsabilidad social, que a cada quien nos toca
asumir entre los cambios sociales y políticos en camino.
La cosmobiología y la eco-ética
de la nueva era van de la mano. Se dan en reproducciones simultáneas y recursivas,
construyendo los distintos paradigmas para la nueva civilización que se
edifica. Son nuevos conceptos, categorías y criterios por discernir, debatir y
ampliar, bajo nuevas racionalidades ambientalmente sustentables en
contraposición a lo que los pequeños sectores dominantes de la sociedad
habitualmente nos han impuesto y nos han acostumbrado a aceptar.
Recordemos, que nosotros también
somos Tierra. Poseemos las mismas bases bioquímicas que la “Gaia” sustenta. De
allí nuestra inequívoca relación directa con ella. Estamos obligados a respetar
sus procesos y articulaciones en lo físico, lo químico y biológico de tal
forma, que el resultado es siempre favorable a la vida. Todos sus elementos
están dosificados de una forma muy sutil, como sólo un organismo vivo puede
hacerlo. De allí la nueva racionalidad que debemos asumir y vivenciar para que
se faciliten las transformaciones necesarias.
Como bien lo han venido
argumentando distintos cosmobiológos, entre ellos, Harthaway y Boff (2014). La
nueva cosmobiología no se puede ver, ni entender como un cosmos fragmentado,
compuesto de una suma de seres inertes y desconectados. La nueva cosmología ve
el multiverso, como el conjunto de sujetos relacionales, todos
inter-retro-conectados. Espacio, tiempo, energía, información y materia son
dimensiones de un único gran todo. Incluso los átomos, más que partículas, son
entendidos como ondas y cuerdas en permanente vibración. Antes que una máquina,
el cosmos, incluyendo la Tierra, se muestra como un organismo vivo que se
autorregula, se adapta, evoluciona y eventualmente, en situación de crisis
busca un nuevo equilibrio.
Venezuela, en particular, vive
tiempos de desestabilización social, incertidumbres e improntas terroristas.
Esto tiende a abrumarnos. Pero tales condiciones, nos exigen aún más, no bajar
la guardia y hacer todos los esfuerzos necesarios, por encontrar los
equilibrios necesarios en nuestras relaciones sociales y con el ambiente.
Definitivamente debemos entender,
que la degradación ambiental y la degradación humana están íntimamente ligadas
y deben trabajarse integralmente en cualquier espacio y dimensión que se
requiera, para avanzar en la construcción de la nueva civilización planetaria y
evitar el holocausto que se nos tiene anunciado. Para eso necesitamos la
eco-ética
La valentía y los compromisos que
compartimos, los que creemos y fomentamos la justicia, la paz y la
sustentabilidad para la vida, nos invitan a no perder la sindéresis, el recato
y la modestia en cualquier escenario por venir, en la defensa de nuestra Patria
y la Madre Tierra.
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Referencias Bibliográficas
Aguado, M. (2017). Llamando a las
puertas del antropoceno. Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales
VII, pp. 41 - 59. Recuperado en http://iberoamericasocial.com/llamando-a-las-puertas-del-antropoceno/
Carta de la Tierra (2007). en
línea. http://www.igsustentable.ugto.mx/imagen/revista/carta de
la tierra. pdf.
ONU (2017). Se da iniciada la
Tercera Guerra Mundial. En línea: https://www.youtube.com/watch?v=5Aa0h0huuCk
8 Abril 2017.
Gorbachev, M., (2017) “El Mundo
se está preparando para la guerra”. En línea: http://www.Actualidad.RT.com.
Hathaway, M., Boff, L. y Capra.
(2014). “El Tao de la Liberación. Una Ecología de la Transformación. Ed.
Trotta. Madrid, España.
http://www.alainet.org/es/articulo/185532
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