El intelectual estadounidense
arremete en México contra la incapacidad de la clase política liberal de su
país para conectar con la clase trabajadora blanca
México 16 NOV 2017 - 03:24 CET
Noam
Chomsky, en el centro, durante la rueda de prensa el Ciudad de México BARRY
DOMÍNGUEZ.
Un gobernante habilidoso y
demagogo, que ha sabido conectar con los “miedos legítimos” de parte de la
sociedad, “como antes lo hicieron Hitler o Mussolini”. Así dibujó este
miércoles a Donald
Trump el intelectual vivo de la izquierda clásica más importante de su
país, Noam
Chomsky, en una escueta rueda de prensa en Ciudad de México.
“Trump es un fenómeno que refleja
el momento en que se encuentra el país después de décadas de políticas que han
concentrado el poder político y económico en unos pocos, y que han deformado la
capacidad de las instituciones para servir a sus ciudadanos”, añadió el
profesor emérito del Massachusetts Institute of Technology (MIT) invitado a México por su
universidad insignia, UNAM, al ciclo de conferencias Los acosos a la civilización. De
Muro a muro, organizado en alianza con la Universidad Estatal de Arizona.
El ascenso del magnate
republicano es para el lingüista de 88 años, que empezó su activismo político
contra la guerra de Vietnam, resultado del vacío, el desamparo y hasta la
humillación que siente la clase trabajadora blanca ante el establishment político
estadounidense. “Especialmente el partido demócrata, que se ha olvidado de
atender las cuestiones materiales y en ocasiones ha tratado como estúpidos a
estas capas de la sociedad”.
El partido demócrata ha tratado como estúpidos a la clase
trabajadora blanca”
|
“Trump ha conseguido que sientan
que es el único político que les da voz, que defiende sus tradiciones y su
cultura, que sienten amenazada. Además, ha construido un enemigo externo: los
mexicanos, los asiáticos, los migrantes. Es la misma lógica que utilizó Hitler
con los judíos, aunque obviamente ni los judíos iban a destruir Alemania ni los
migrantes lo van a hacer con EE UU”.
Sobre la renegociación del
tratado de libre comercio norteamericano (TLC), el filósofo interpretó la postura
intransigente de EE UU como una oportunidad para los otros dos socios “México y
Canadá deberían aprovechar para introducir elementos que favorezcan a sus
ciudadanos, como los derechos sindicales”, además de subrayar que “el origen
del problema del narco en México es EE UU”, recordando que del vecino del norte
procede la mayor demanda de drogas y la mayor oferta de armas.
La emergencia de los nuevos
movimientos sociales contra las políticas neoliberales de finales de los
noventa, conocidos como antiglobalización, recuperaron la figura del veterano
filósofo con títulos como Miedo a la
democracia o Como nos venden la moto, donde aterrizaba con
lenguaje sencillo y voluntad pedagógica los peligros de la desregularización de
los mercados, la entronización de las finanzas y el debilitamiento de los
sindicatos.
Aplicadas, por ejemplo, al
fenómeno del calentamiento global, sus tesis sonaron así este miércoles en
México: “Si tú eres una empresa petrolera, tu único interés y objetivo es el
lucro inmediato. En tus planes operativos no concibes que lo que estés haciendo
pueda acabar con la vida de tus hijos. Todo lo que no beneficio es considerado
una externalidad, algo accesorio. Ese es el corazón de la economía capitalista,
un sistema que está destinado a la autodestrucción”
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