El director brasileño
Isaac Niemand ha presentado el documental en el Festival de Cine de
Arquitectura de Rotterdam
Cochabamba 14 OCT 2017 - 02:17 CEST
Fotograma
de 'Cholet'. VIDEO: EPV
Los cholet, término originado por la
combinación de las palabras cholo –como se denomina a la población mestiza en
Bolivia– y chalet, tienen hasta siete pisos, paredes de colores surrealistas y
pueden contener desde un salón de fiestas, canchas sintéticas de fútbol hasta
un cómodo departamento. Son construcciones representativas de la nueva
burguesía aimara. Se
levantan en la ciudad del El Alto, una urbe que crece a pasos agigantados
cerca de La Paz, donde estos nuevos ricos emergen con sus castillos rodeados de
todas las clases sociales que habitan el lugar.
Al arquitecto e
ingeniero Freddy Mamani, inmigrante aimara de 42 años, se le atribuye el
surgimiento de esta neoarquitectura andina. El director brasileño Isaac Niemand
sintió fascinación por estas edificaciones y todo el contexto social, político
y económico que las rodea. Así nació el documental Cholet: la obra de Freddy Mamani, que tuvo su estreno mundial la
pasada semana en el Festival de Cine de Arquitectura de Rotterdam, en Países
Bajos.
La transición de la
playa a la urbe alteña no fue fácil, admite Niemand. Trabajar en la ciudad más
alta del mundo, 4.000 metros sobre el nivel del mar, “fue duro”, al igual que
seguir el ritmo de Mamani, ya que “trabaja mucho, sin parar”. El primer
acercamiento del director brasileño con la obra del arquitecto aimara fue
mediante el trabajo fotográfico de Alfredo Zeballos en el libro Arquitectura Andina de Bolivia. La obra de
Freddy Mamani Silvestre, de las autoras Elisabetta Andreoli y Ligia
D’Andrea. “Yo tenia ya formada una idea a través de las fotos, pero la
sensación de entrar a sus obras fue estupendo. Pasar del ambiente marrón y sin
color de las calles de El Alto a entrar en unos de sus salones, fue como entrar
en un jardín sicodélico en medio del desierto”, precisa Niemand.
El filme se sumerge en
elementos como la identidad aimara y la creación de estos impactantes edificios
inspirados en las gamas de colores de los aguayos, tejido utilizado por las
mujeres, y la cosmovisión andina. La narrativa visual se ve reforzada por el
factor político, económico y social para la construcción del hilo que guía el
filme, elementos que para Niemand eran fundamentales. “Entender el contexto me
ayuda a colocar en perspectiva la obra y disfrutarla mucho más. Todo lo que
había visto hasta ese momento de Freddy era enfocado en el aspecto formal y
creativo. Pero hay mucho más detrás”, explica el realizador.
Niemand muestra a
través de las distintas voces del filme -Mamani, propietarios de las
construcciones, economistas, arquitectos y sociólogos, entre otros- cómo
el cholet es una de las representaciones del ascenso de una clase que
se empodera desde elementos propios de su cultura. “Es bueno que ricos y pobres
vivan juntos. Esto no es una zona residencial, la gente que prospera en el
barrio con sus comercios y sus negocios no quiere marcharse fuera. Mis obras
son como lunares esparcidos por la ciudad”, explica Mamani en una
entrevista para EL PAÍS SEMANAL.
El documental también
hace hincapié en la influencia de la arquitectura de Tiahuanaco, una cultura
preincaica que se desarrolló en los países de Bolivia, Perú y Chile, ejerce
sobre su trabajo, según explica el arquitecto. A través de su lente, Niemand
retrata cómo la reivindicación indígena, la iconografía, los diseños y el
simbolismo geométrico son parte de la creación e inspiración en la cabeza de
Mamani a la hora de construir. “Mi trabajo es una restauración de nuestros
valores. Una recuperación de nuestra identidad”, afirmó Mamani a medios locales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario