domingo, 9 de julio de 2017

Kallachaka, pirámide misteriosa


A menos de media hora en auto de la ciudad del Cusco se yergue una figura que no tiene nada que envidiar a otras similares de México.

09 Jul 2017 | 07:10 h
Kallachaka maravilla por sus pirámides y su alarde de ingeniería hidráulica, pero también por su fuerza energética.

Vista de la pirámide principal de Guachimontones, cerca a Jalisco (México), que guarda gran parecido con la de Kallachaka.

La Pirámide Solar es fácilmente reconocible. Si se aguza la vista, se puede observar un promontorio circular que sería la Pirámide Lunar, aún inexplorada.

Redacción:

A primera vista, es difícil distinguir –en medio de la tupida y verde andenería que cubre la quebrada de Kallachaka– la inconfundible forma de una gran pirámide que casi llega al borde mismo de un río Inkilltambo perfectamente canalizado desde tiempos inmemoriales.


Cuando salta a nuestros ojos –como en esos ejercicios tridimensionales en los que, de pronto, uno percibe formas que antes no parecían existir–, la pregunta que acude a nosotros de inmediato es: ¿qué hace una pirámide tan perfecta (salvo por un lado casi liso, probablemente producto de deslizamientos pluviales) en un lugar tan cercano a la ciudad del Cusco? Y, sobre todo, ¿por qué nunca escuchamos hablar de ella?

O de ellas. Porque, al costado y casi a la misma altura de la pirámide que hace muy poco se ha restaurado y puesto en valor, se esboza un promontorio circular que, según los investigadores, posiblemente sea una pirámide gemela que aún no ha podido revelarse ni excavarse entre la maleza.

“Son ushnus, es decir, observatorios astronómicos y centros de adoración religiosa de la época pre inca e inca”, nos dice Manuel Silva, director de Investigación del Parque Sacsayhuamán, donde se ubica la imponente pirámide que, vista del ángulo adecuado, no tiene nada que envidiar a algunas visitadísimas pirámides de la Riviera Maya mexicana.

Los ushnus –que también se encuentran en diversas culturas peruanas, como la Nasca o la Moche– eran lugares de cultivo y a la vez centros ceremoniales, donde se hacían ofrendas al cosmos, a la pachamama y a los apus, provistos de una gran fuerza energética que, aún hoy, corta misteriosamente la señal de los teléfonos celulares.

“Eran huacas sagradas de la panaka real y se usaban como observatorios para ciertas épocas, como los solsticios, lo que servía para determinar las épocas de siembras y cosechas”, señala Silva y agrega que, aunque se conocía de su existencia desde el siglo pasado, no fue sino hasta hace una década que se comenzaron los trabajos de puesta en valor de lo que hoy simplemente se conoce como la Pirámide Solar, en contraposición a su gemela, que vendría a ser la Pirámide Lunar, aún no trabajada por los arqueólogos.

Pero Kallachaka no solo esconde su asombrosa pirámide, sino también una obra maestra de ingeniería hidráulica, pues todo el recorrido del Inkilltambo está perfectamente canalizado y, unos metros arriba, se yerguen casi intactos los andenes, cada uno de los cuales representa un microclima distinto.

Obra de Wirakocha

Según sus investigadores, las pirámides de Kallachaka habrían sido construidas –ambas aprovechando las formas de dos cerros cercanos– alrededor del año 1400. Es decir, durante el auge de la agricultura inca y en el reinado de Cusi Yupanqui, después llamado Pachacútec, el más importante de los soberanos incas.

Justamente por la ruta que va desde Kallachaka hacia Pisac se encuentran tres lagunas, una de las cuales es Q’oricocha (q’ori: oro – cocha: laguna), donde la leyenda cuenta que Cusi Yupanki se bañó en oro antes de bajar al Cusco y derrotar a los rebeldes chancas, de los que su padre Wirakocha había escapado.

Es gracias a esa victoria que Wirakocha, quien prefería a su hermano Inca Urco, reconoce como su sucesor a Cusi Yupanqui, quien, luego, ya convertido en Pachacútec, transforma lo que era un simple curacazgo en el glorioso imperio del Tawantinsuyo.


Según sus investigadores, las pirámides de Kallachaka habrían sido construidas alrededor del año 1400. 

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